El escritor Miguel Ángel Meza apareció en escena bien bañadito y arregladito, y con la seguridad del que sabe que en cualquier momento puede soltar una bomba conceptual, con porte de adulto enamorado, y la mirada de “vengo a sacudirles las certezas”.
Un auditorio pequeño, pero heroico
El auditorio fue pequeño, selecto y heroico. Porque seamos sinceros: la gente común no paga casi dos días de salario mínimo por escuchar hablar de crítica literaria y panoramas y esas cosas... Pero este puñado de locos sí, y salieron con el espíritu retumbando.
El epitafio del corrector de estilo
Entre tanto discurso sin pausa (difícil seguirlo, especialmente si tu reportero anda cruzando una crisis existencial-amorosa), Meza dejó caer la frase que sonó como epitafio:
“El corrector de estilo ya va a desaparecer.”
El ejemplo no tardó: aquella escritora premiada que, en confesión de último minuto, soltó que la verdadera autora había sido nada menos que ChatGPT. La inteligencia artificial no solo corrige ortografía, también detecta plagios, señala abusos de voz pasiva y reacomoda la sintaxis más rápido que un editor con insomnio.
Mientras algunas universidades siguen vendiendo la carrera de corrección de estilo como si fuera pan caliente, Meza lo dice sin rodeos: ese oficio ya se está yendo al panteón. Tal vez sobreviva en alguna esquina nostálgica, pero el grueso del trabajo ya se lo está tragando la IA.
El velorio de un oficio literario
Lo que presenciamos fue más que una conferencia: incluyó una especie de velorio del corrector de estilo. Sin rezos ni responsos, solo la certeza de que la próxima vez que quieras corregir tu novela, en lugar de un humano le escribirás a una IA.
Y quién sabe… capaz que hasta te regrese la versión con stickers y emojis. 🎸💻✍️
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